lunes, 17 de abril de 2017

Un pueblo lleno de tradiciones y artesanía...


La calidez de Tlalpujahua no sólo es palpable en sus habitantes sino también en el fervor con el que producen sus artesanías. Ya sea a través de esferas de vidrio soplado, la creación de finas piezas de alfarería o su excelente trabajo de la cantera rosa, este bello rincón michoacano tiene mucho más que ofrecer como cerámica, orfebrería en oro y plata, herrería artística, farolería en latón, muebles rústicos; arte plumario, en popote; pinturas en acuarela y óleo, en fin, todo un abanico de posibilidades.

Las manos de quienes alguna vez fueron la fuerza de trabajo en las minas han evolucionado para plasmar su sensibilidad, conocimiento y técnica en cada pieza que realizan. Haz una visita a la fábrica La Casa de Santa Claus y observa cómo se elabora una esfera navideña desde el soplado del vidrio hasta su decoración. Ahí se trabaja con el cristal ardiente para convertirlo esferas y otras formas típicas navideñas; también encontrarás piezas de cristal ornamental como centros de mesa en con forma de manzanas, duraznos, plátanos ¡y hasta racimos de uvas!

Camina por la calle de Torbellino y encontrarás la tienda Tres Generaciones, una parada obligada donde se ofrecen deliciosas frutas en conserva y cristalizadas como tejocotes, higo, durazno, camote, membrillo, calabaza, mango, piña, manzana, guayaba y muchos más. Justo en la acera de enfrente está Casa Morales, donde vive la Maestra Vicenta quien elabora toda una gama de productos naturales como licores, mermeladas y salsas picantes mezcladas con fruta. Te recomendamos probar el licor de menta, toronjil, ajenjo o el de Dieciséis Flores, receta secreta de la casa; la mermelada de guayaba, capulín y ciruela son toda una experiencia así como las salsa de chile habanero con manzana y pera, todo un reto culinario.

No puedes partir sin probar la aportación de Tlalpujahua al mundo de las bebidas espirituosas: el liser. Este licor preparado a base de anís e ingredientes secretos sólo se vende en la botica del pueblo, la Farmacia de Jesús. Se trata de un fuerte digestivo cuyo nombre proviene de una deformación de la palabra “Elixir”, que se deformó tras el uso cotidiano hasta terminar en “Liser”. Si eres turista te recomendamos no tomar más de tres copitas.

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