1. Consigue lecturas o información sobre el destino a visitar: Asumiendo que tu hijo no sea un gran lector, compra libros generales de viajes, profusamente ilustrados, para que vayan conociendo el lugar al que van. En internet también puedes encontrar información. Organízala y léela con ellos.
2. Acompáñense con mapas y catálogos: A los niños les gusta ir trazando el recorrido que realizan. Cómprales un mapa turístico o estatal para que vayan marcando la ruta de viaje. También es buena idea que tengan un catálogo, sea de plantas, aves, o arqueología, según el gusto personal.
3. Equilibrio ante todo: Un error frecuente es tratar de ver en cada destino "todo lo que hay que conocer". Tarde o temprano los niños se cansan. Evita esto equilibrando la diversión con el aprendizaje.
4. Otorga tiempos libres: En los pueblos pequeños y ciudades seguras puedes confiar en que tus hijos hagan, en determinados momentos, su vida aparte. Puedes permitirles que jueguen solos en la plaza o compren en el mercado. Eso les dará una perspectiva diferente del sitio y además podrán hacer amigos de su edad, quienes les mostrarán cosas que sólo los habitantes del lugar conocen.
5. Platiquen con personas de la comunidad: Si van a comprar un helado, alguna artesanía o simplemente están paseando por un Pueblo Mágico, platiquen con la gente del lugar, pues conocen mil detalles y aspectos curiosos que jamás verán consignados ni en las guías turísticas más completas.
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